Innocence

por Indy 24/07/08, 07:35 am

Dos cuerpos desnudos naufragaban en unas sábanas húmedas de sudor. Nadia yacía acurrucada entre los rayos de plata que serpenteaban desde el cristal de la ventana y los brazos de aquel hombre cuyo nombre a duras penas recordaba. A pesar de la calidez de aquel cuerpo que la envolvía, su abrazo se le antojaba frío. Vacío. Sin más sentido que el placer por placer, el sexo por sexo. Suavemente se separó de su amante y se levantó de la cama.
Salió cubierta con una sábana al balcón, sabiendo que aquella noche sólo la luna la observaba. Un río de luces de distintos colores se extendía frente a ella bajo sus pies, las mismas luces que le impedían ver las estrellas. Los sonidos nocturnos de Madrid invadieron sus oídos, ya acostumbrados. De repente, sin avisar, un aroma agridulce ascendió entre los humos de la enorme ciudad y se coló en su nariz, arrastrando con él un millón de recuerdos.
"Huele a inocencia", pensó Nadia. Acto seguido desechó ese pensamiento por absurdo.
Fue días más tarde, en otra cama distinta, con otro desconocido distinto, cuando aquellas imágenes que el olor había deslizado en su mente se descubrieron ante sus ojos.

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"Me gustas", dice una sonrojada Nadia, mucho más pequeña y menos voluptuosa, de enormes ojos verdes impregnados de pureza. Frente a ella tiene a un chico más o menos de su edad, de pelo negro y sonrisa traviesa, un pillo de trece años que promete ser un hombre realmente atractivo en un futuro no muy lejano.
"Tu a mi también" responde el con sencillez, tomando la mano de la niña. Ella sonríe y echa a andar por el parque, feliz porque sus sueños se han hecho por fin realidad.
Se sientan en un banco y él la abraza. Ella, aún con las mejillas color escarlata, apoya la cabeza en su pecho, y cierra los ojos. Siente los latidos de él, y cómo su corazón late al unísono. Suspira. No necesita nada más.
Poco tiempo después, ese mismo banco es testigo de su primer beso, el primero de muchos. Ella, con el corazón tan rápido que piensa que va a escapar, y él, con una leve sonrisa, se acercan lentamente. Las manos entrelazadas, el rubor en sus rostros infantiles, y los labios de ambos unidos en un momento fugaz pero inexplicablemente eterno.
Cuando por fin se separan, ambos lucen una idéntica sonrisa. Una sonrisa algo avergonzada, inocente, los dos acaban de compartir algo que no terminan de comprender. Se abrazan. El siguiente beso llegaría algunos minutos más tarde, y luego otro, y otro... y con cada beso, un trocito de inocencia cae. Pero la pequeña Nadia no se da cuenta, ni se dará cuenta hasta dentro de muchos años...

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-¿Te ocurre algo?-preguntó el nuevo amante de Nadia, que había detenido los labios en su cuello. Nadia tenía la vista fija en algún punto del infinito. Dio un respingo y volvió a la realidad.
-No, nada...-para evitar más preguntas, entreabrió los labios y besó al desconocido. Éste no hizo más preguntas, tampoco le interesaba.
Más tarde, mientras él se introducía en ella violentamente, los recuerdos volvieron a asaltarla.

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"¿Estás lista?" pregunta un nuevo chico, de ojos alegres y melena castaña. Le habla a una Nadia que no llega a ser adulta, pero hace mucho que dejó la niñez. Ella asiente con seguridad. Él esboza media sonrisa y comienza a desabrochar su blusa azul, perdiéndose en cada poro de su piel.
1000 besos y 2000 caricias más tarde, ambos yacen en la cama de la chica, desnudos. De nuevo, la sonrisa que ella luce está reflejada en los labios de él. Ésta vez, la sonrisa es menos inocente aunque igualmente avergonzada. Ésta vez, Nadia es un poco consciente de que la inocencia se le está cayendo a pedazos, pero no quiere darle demasiada importancia. Y la inocencia sigue desapareciendo cada vez que ese chico se introduce en su cuerpo. Ese chico... y los siguientes.

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Para cuando Nadia se quiso dar cuenta, el hombre ya gemía de placer. Ella no tardó demasiado en fingir un orgasmo, y él terminó con prontitud. Le obsequió con una sonrisa falsa, acarició su mejilla y ella cerró los ojos, ocultando las lágrimas que amenazaban con rodar por su cara.
"¿Qué fue de aquella inocencia?" se preguntó Nadia. No recordaba cuándo empezó todo aquello, ni por qué. No recordaba la última vez que hizo el amor de verdad, la última vez que no fue sólo sexo. Se levantó, se vistió, cogió sus cosas y se fue.
Aquella noche no durmió. Se limitó a vagar por la calle, sin dejar de mirar al suelo. Buscaba su inocencia perdida, la pureza que una vez tuvo, todo aquello que había dejado atras inconscientemente. Y lloró. Lloró lágrimas amargas, lágrimas adultas, lágrimas de mujer. Lloró porque había perdido un trozo de sí misma, la niña que fue una vez.

por Arya57 17/08/08, 12:01 am

*o*!!!! No lo había visto O.o Mola mucho a mi me encantó cuando me lo pasaste!
La inocencia desaparece? scratch

Una buena pregunta que nunca me habría formulado de no haber sido por tu relato ^^

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